El miedo frente a la reconciliación
Nos han sometido a una estrategia de control y seguridad ajena a nuestra voluntad. El miedo y la sospecha al otro, al diferente, al que piensa distinto, si bien es cierto tiene características históricas ligadas a la supervivencia (Yuval, ,2018)i se mantuvo vigente con mayor fuerza en el siglo actual desde al atentado de las torres gemelas y hoy esa división establecida entre occidente y oriente, entre seudo buenos y seudo malos ha roto fronteras. Todos somos sospechosos, ya no es un árabe en particular, ahora es un chino al igual que el que llega de España e Italia, el vecino, el familiar cuando regresa de hacer compras. El miedo en esta época de crisis esta muy ligado a lo que pensadores como Han nos comentan y nos “arrancan” del miedo y la sospecha para darnos pautas de reconciliación: “El grado civilizatorio de una sociedad se puede medir justamente en función de su hospitalidad, es más, en función de su amabilidad. Reconciliación significa amabilidad.” (Han 2016)ii
Educar para la reconciliación, la amabilidad y para la hospitalidad es educar en la valentía de vencer la sospecha y el miedo al otro, en esa búsqueda profunda por construir juntos un mejor mañana, no solo ligado al confort y al bienestar opulento, sino a que las condiciones para ser persona sean las adecuadas para el desarrollo de la dignidad y la solidaridad.
El altruismo frente al egoísmo
Desde la Ups se ha visto unas buenas iniciativas para ser altruistas en tiempos de crisis. La formula de comprender a la universidad como ecosistema (Salgado 2018iii) ha permitido valorar al otro en amplio sentido, desde los espacios de co working y el trabajo en sinergia de las áreas de aprendizaje, poco a poco ha ido calando este sentir en docentes y estudiantes que para conseguir las cosas se deben hacer participando de manera cooperativa y colaborativa, por supuesto no es una idea nueva, su originalidad está en la vigencia y la importancia que se le ha dado frente a un sistema imperante que es profundamente egoísta, individualista y que liga a la persona al logro, al éxito, a prevalecer la propia subjetividad sobre la del otro. Estas características de poder, control y autoritarismo con el afán de alcanzar el mayor rendimiento personal son inauténticas en una educación salesiana, hemos de prevenir para que esto no suceda y se previene con formas diferentes de educar, mirar y comprender la vida. Es en la experiencia de Valdocco donde podemos ver a Juan Bosco educando con un sentido y propósito para la existencia de sus jóvenes desde la solidaridad, la colaboración y el uso de los recursos de manera comunitaria. ¡Ese es el evangelio de Cristo puesto en práctica! Una de las alternativas en la Universidad Comuna es optimizar antes que maximizar (Carrera – Solorzano 2019iv) y es justamente esa optimización del recurso compartido, comunitario y bien gestionado lo que hace que las sociedades a futuro sean sustentables y amigables con su contexto compréndase también ambiente.
El valor de la salud
Hoy frente a esta crisis mundial, declarada Pandemia por la OMS al 11 de marzo del 2020, se vive la angustia de los sistemas de salud y de las preocupaciones gubernamentales de los Estados por detenerla. Por un lado, hay países que superan esta realidad mas al moverse por el mundo este brote se percibe la gran diferencia en actitudes sociales, indiferencias y manejos de crisis totalmente diferentes. La angustia frente a la salud no es solamente un acto individual de preocupación, sino que tiene también los rasgos de la evidencia de no estar preparados para algo semejante y tampoco con los suficientes recursos ni los suministros para detener el avance indiscriminado del COVID19. El autocuidado es esencial para cuidar de los otros sin embargo cuando la base de la vida es la economía poco importan los demás al tratar de supervivir, este drama humano es cruel y raya en el absurdo, aunque sea una característica de nosotros los “sapiens” cuando se trata de sobrevivir. Se rompe lo comunitario y se cuida a los grupos identitarios más cercanos. En esa línea va la reflexión de Yuval, en su libro de animales a dioses, quien nos indica que es necesario construir un abstracto en el pensamiento del homo que le descubra elementos éticos que procuren la solidaridad y una conciencia más cercana al cuidado del otro.
Con respecto a la salud no solo es el miedo a la muerte, sino el miedo al contagio, al dolor, a la enfermedad. Situaciones que claramente son vistas como negativas en esta sociedad de la hiperhigiene (Han, 2012)v además de la estructura nihilista que raya en la indiferencia cuando lo oportuno es salvarse a si mismo, en la seguridad de la habitación. Estas circunstancias separatistas entre ellos y nosotros está estructurado con medidas alternativas y elitistas, donde seguros pagados cubren a sus afiliados mejor que la seguridad social, o cuida de “mezclar” a sus afiliados con los sistemas de salud gubernamentales generalmente considerados malos o insuficientes, sin embargo al ser una pandemia, los seguros no cubren o prefieren en cierta manera no dar esa exclusividad, aduciendo que así lo exige el Estado, un Estado del cual se quisieron alejar para dar exclusividades que hoy por hoy les cuesta difícil cumplimiento. Estas separaciones de salud también generan un rasgo de neocolonialismo ligado al tener, pues quien paga puede estar mejor protegido, el problema es el que desgarra a estas exclusividades cuando el COVID19 no hace diferencias de clases.
La salud se puede desentrañar de la realidad social cuando los presupuestos económicos no están claros en los países y se destinan sobremanera a otro tipo de realidades. O cuando lastimosamente los países en desarrollo como el nuestro no tienen ninguna o poca capacidad de suministrar otros ingresos per capita. Esto hace que la salud sea un drama y una angustia para nuestros países. Hay que educar para buscar nuevas alternativas y donde las políticas públicas sean más conscientes de la salud de todos.
El valor de la familia
La familia en estos días ha recuperado por un momento ese espacio arrebatado por el mercado, el correr detrás del tiempo y la autoexplotación de la cual Han hace una gran gala en la sociedad del cansancio, 2018. Hemos sido fragmentados, divididos y cansados por una sociedad que sobreproduce más de lo que necesita. Que mata la vida y sus sentidos personales poniendo en ella los propios a través del neuromarketing que lavan el cerebro a sociedades enteras, todas ligadas a un mismo patrón o modelo: el bienestar, el confort y el lujo.
Es la familia el lugar más adecuado para aprender a valorar al otro, su amor, su cariño, su respeto y su fraternidad, valores que en la sociedad actual son poco permitidos, pues el lobo de Wall Street se posiciona d ellos cerebros agotados por el cansancio para poder pensar por si mismos. Es la familia es lugar donde la honestidad se practica, la responsabilidad se hace posible y la verdad puede alcanzar dignidad. Estos valores solo se pueden dar y vivir en una micro sociedad donde el amor esta presente de manera más natural y visible. El calor de la madre, la autoridad y el cariño del padre, el cuidado y amor d ellos abuelos, las peleas y reconciliaciones de los hermanos y hermanas son el pan de cada día, es ahí donde se nota rápidamente los errores y se corrigen de manera inmediata. La Familia es en estos momentos un beneficio social imprescindible.
El valor de la oración
No basta pedir protección y curación cuando se habla con Dios. Hay que pedir sabiduría como Salomón y disponibilidad como Isaías. Hay que aprender a escuchar en tiempos de crisis. Sabemos que en la crisis no es muy recomendable tomar decisiones porque estamos con las sensaciones y emociones elevadas, por eso la oración debe ayudar a calmar los ánimos, las emociones desbordadas y aprender a callar, a silenciar el alma y el cerebro. En ese espacio de calma aprender a escuchar y valorar la presencia de Dios. Dios sigue estando presente y esperándonos en aquellos más vulnerables, débiles y excluidos, tal vez seamos nosotros mismos, tal vez sea alguien que esta a tu lado, tu vecino, algún enfermo, aquellos que cuidan a los demás. León Tolstoi nos enseñó en su cuento de Martín El zapatero que Dios llega en el momento menos pensado y de la forma menos creíble. Mantener la calma, pero estar atentos es una actitud cristiana para estar disponibles para el servicio y el amor. Eso enseño Don Bosco a sus jóvenes también en la crisis del cólera en Italia. ¡Salió con sus chicos a dar alivio! Hoy no nos piden eso, solos nos piden que estemos en casa y que desde ahí trabajemos para un mundo mejor.
i YUVAL, Harari, De animales a Dioses,
ii HAN, Byung – Chul, La expuslción de lo distinto, Herder, 2016 pg. 46
iii Apuntes personales de conferencia de apertura de Both Camp, 2018 Universidad Salesiana, Cuenca – Ecuador.
iv Carrera – Solorzano, La Universidad Comuna, Abya Yala, 2019
v Han, Byung – Chul, la sociedad de la transparencia, Herder, 2012
Por: Víctor Iza Villacís
Docente Investigador UPS (Guayaquil)